FACTORES DEL ÉXITO DEL TERAPEUTA FLORAL PROFESIONAL
- 18 Febrero, 2014
¿Qué factores intervienen en el éxito de nuestro trabajo como Terapeutas florales?
Compartimos brevemente 4 aspectos de gran ayuda para este camino profesional:
1. Tener experiencia propia como cliente de un proceso catalizado por las esencias florales con el acompañamiento de un Terapeuta Floral cualificado.
2. Tener la comprensión, los recursos y las habilidades necesarias para manejar el encuadre del proceso terapéutico, la recogida de la demanda y el establecimiento de objetivos. También para la entrevista y lo que se abre o sucede en ella, para la valoración y para el cierre de la terapia.
3. Participar de espacios de supervisión y reciclaje profesional.
4. Tener una profunda comprensión sobre el movimiento de la personalidad al Alma, en el que acompañan las esencias.
Para muchos de ustedes seguramente son aspectos ya conocidos, a otros les animo a explorar e incorporar aquel que le sea más ajeno. Los terapeutas gozamos viendo el crecimiento de nuestros clientes y con el efecto onda que éstos generan: la buena influencia que tienen en los que les rodean. Esta gran satisfacción que recibimos diariamente bien merece nuestro esfuerzo.
1. Tener experiencia propia como cliente de un proceso catalizado por las esencias florales con el acompañamiento de un Terapeuta Floral cualificado. El instrumento más importante del terapeuta floral profesional además de las esencias es él mismo. Freud recomendaba hace ya 60 años la necesidad de que el terapeuta se revisara en un proceso terapéutico cada 5 años, por otro lado Irvin Yalom recomienda hacerlo en momentos de crisis o en cada etapa diferente de la vida.
Por tanto, para acompañar como profesionales en un proceso de crecimiento catalizado por las esencias, es vital haber pasado o estar pasando por un proceso así. ¿Por qué?
a) Porque todos tenemos un lado oscuro que hay que sanar. Si no, no habríamos venido a "este día de colegio", como decía el Dr. Bach. En la medida en que yo como terapeuta le doy conciencia a mi lado oscuro y lo integro puedo, por un lado empatizar con el lado oscuro de mi cliente y acompañarle a su integración, y por otro, evitar que el cliente sufra mi "defecto", o al menos en parte.
Por ejemplo, si yo como persona tengo un lado Chicory y ni lo veo, ni lo acepto, ni ningún terapeuta me lo señala, ni tomaré Chicory ni le daré luz. Como consecuencia, como terapeuta y cuando dé terapia, saldrá mi lado Chicory por algún lugar afectando al cliente y a su proceso. Si estoy haciendo o he hecho terapia y estoy en el camino de integrar ese aspecto mío podré gestionarlo mejor. Quizás decidiré estar más atenta a las devoluciones que dé y a lo que le cuente de mí al cliente, para evitar que nos convirtamos en "amigos íntimos". O frenaré mi tendencia a "salvar" al cliente en aquellos momentos en que esté viviendo tristeza o dolor. En suma, le daré conciencia a esta parte Chicory y a sus posibles expresiones, podré evitar que operen sin que me entere. Por otro lado, si reconozco a Chicory en aspectos de mi, lo reconoceré rápidamente en el cliente que también lo tenga.
Si, por ejemplo, tengo un aspecto Cerato y le doy luz, estaré más atenta a no tomar toda la responsabilidad de lo que no "funciona" en el proceso de un cliente, a la vez que a éste le invitaré a que se implique más en su proceso. En cambio, si el aspecto Cerato negativo me arrastrase me llevaría a responsabilizarme, sobre todo a sentirme culpable, de lo que no va bien con este cliente porque "soy yo la que no sabe dar terapia".
Si tuviera, por ejemplo, un aspecto Agrimony y con la ayuda de un proceso terapéutico floral le diera luz, también me sería muy útil a la hora de dar terapia. Prestaría entonces atención a la tendencia Agrimony de cerrar los asuntos del cliente con un final feliz como si nada sucediera en realidad o como si no fuera tan doloroso o difícil como él nos lo está contando. Integrar ese aspecto me ayudará a que el cliente comprenda que la táctica del avestruz (esconder la cabeza) no es la mejor. En suma, iluminar nuestros aspectos oscuros con las esencias y la terapia no solo nos beneficia a nosotros, también a todos aquellos con los que nos relacionamos.
b) Para conocer lo que al cliente le pasa con el terapeuta en el proceso terapéutico. A lo largo de la terapia suceden cosas como que el cliente idealiza al terapeuta, siente anhelo de convertirse en el cliente más importante, siente miedo a "soltarse" y dejar las flores... Tener experiencia propia nos ayudará a gestionar las proyecciones y miedos del cliente, a la vez que nos ayudará a situarnos de igual a igual, a verle como un adulto capaz de implicarse y responsabilizarse de su propio proceso de crecimiento.
c) Porque los terapeutas "mostramos" el rumbo a nuestros clientes con nuestra propia persona. Y, sin ir tan lejos, con nuestra forma de vincularnos en la sesión, con la expresiones que nos surgen o con la manera de hacerles de espejo. La información de cómo sentimos, pensamos y actuamos les llega aunque no lo queramos, ya que el cliente capta un 70% de información nuestra que nosotros nunca le hemos contado.
d) Porque necesitamos apoyo en los momentos de crisis. Todos tenemos momentos especialmente difíciles como, por ejemplo, una pérdida, la toma de una decisión importante, un cambio, una separación de pareja, una enfermedad o simplemente un estado de confusión o desmotivación. Tomar terapia en esos momentos nos ayudará a darle comprensión y luz a aquello en lo que estemos.
Debemos tener en cuenta que no podemos darle a nuestro cliente lo que nosotros no tenemos. Las esencias florales, ajenas a cualquier ego, realizan una labor maravillosa siempre. En cambio, el terapeuta podrá acompañar al cliente a despedirse de una relación de pareja si él a su vez ha sido capaz de despedirse de una relación. El proceso terapéutico resulta sanador, y una parte importante de este proceso es el vínculo entre terapeuta y cliente. En este vínculo el terapeuta muestra cosas propias y en la medida en que tenga conciencia de sus propios procesos de vida podrá acompañar a que el cliente dé conciencia a los suyos.
e) Para tener experiencia propia en abrirse, confiar y dejarse contener. Si yo tengo esta experiencia seré capaz de respetar el ritmo que el cliente necesite para abrirse, para confiar, y tendré el empaque para contenerle con lo que traiga a las sesiones.
2. Tener la comprensión, los recursos y las habilidades necesarias para manejar el encuadre del proceso terapéutico, la recogida de la demanda y el establecimiento de objetivos. También para la entrevista y lo que se abre o sucede en ella, para la valoración y para el cierre de la terapia.
Este aspecto, con todo lo que conlleva, se adquiere con una base teórica y con una gran parte de prácticas vivenciales. Necesariamente tiene que ser así, el futuro terapeuta o el terapeuta en formación tiene que experimentar en sí mismo estos recursos y habilidades para poder interiorizarlos y aplicarlos posteriormente en su consulta.
Lo ideal para adquirirlo es formar parte de espacios grupales donde puedan realizar visitas parciales o completas entre colegas terapeutas, y apoyados por un profesor que dirige las dinámicas, va supervisando y acompaña en la integración de las experiencias. El quehacer terapéutico se aprende haciéndolo, igual que para nadar no es posible aprender sin tirarse a la piscina.
A) El encuadre del proceso terapéutico
Un encuadre bien hecho le da seguridad al cliente y ahorra muchas complicaciones posteriores. Lo usual es hacerlo al final de la primera sesión, cuando tras escuchar al cliente sabemos si podemos o queremos acompañarle en lo que le sucede con terapia floral. Es así porque puede darse que nos venga un cliente con una enfermedad mental seria y no nos sintamos preparados, o en buen momento, para hacerle terapia.
Si ambos decidimos iniciar un proceso terapéutico básicamente comentaremos lo siguiente:
Se trata de un espacio confidencial, que el cliente sepa que todo lo que allí se da allí queda.
Si no conoce la terapia floral le explicaremos brevemente en qué consiste, así evitaremos que acuda a nosotros como si fuera al ambulatorio. Para que la terapia floral dé todos sus frutos el cliente ha de implicarse en el proceso, no se trata de que tome unas gotas.
Le comunicaremos cuánto duran las sesiones, cuánto cobramos, cómo funcionamos en el caso de anulaciones, con qué frecuencia las realizaremos y el tiempo mínimo necesario que debe darse para experimentar en sí mismo si esta terapia le está ayudando o no.
Si hacemos estos pasos nos ahorramos problemas que surgen a la hora de cerrar la sesión a tiempo o en el caso de anulaciones de última hora o sin previo aviso.
B) La recogida de la demanda y el establecimiento de objetivos
La primera sesión viene a ser como una especie de brújula del proceso terapéutico, obtenemos mucha información además de una primera impresión del cliente. Lo recomendable es ofrecer un espacio de escucha en el que averigüemos qué le pasa al cliente y qué es lo que quiere conseguir con la terapia.
Es como si yo, como terapeuta, fuera un taxista, y las flores el taxi, y necesito que el cliente me diga a dónde quiere que le acompañe. Esto, mágicamente, le pasa al cliente la responsabilidad de su proceso.
En el caso de que el cliente no lo sepa, podemos empezar a trabajar partiendo de los síntomas que tiene y desarrollando los objetivos en sesiones posteriores.
Podemos comenzar la sesión con preguntas abiertas del tipo: ¿qué te trae hasta aquí, de qué se trata, cuál es el asunto...?
Establecer los objetivos mediante: Si tú y yo hacemos un proceso ¿qué te gustaría llevarte el día que acabemos?, ¿con qué te gustaría irte?, ¿dónde quieres llegar?...
Es importantísimo que la demanda del cliente sea muy clara, que dependa solo de él, que no dañe a terceros y ¡que toque con los pies en el suelo!. No es posible atender una demanda así: "Es que quiero separarme pero no quiero sentir tristeza".
Antes de que se marche procedemos a preparar el primer remedio floral. Muchos terapeutas me han preguntado al supervisar, qué sucede si no tienes claras todas las flores: no sucede nada. El primer día ponemos las flores que vemos y, si es necesario, ya retocaremos más adelante. La mayoría de veces se trata solo del miedo del terapeuta principiante a no hacerlo bien.
C) La entrevista y lo que se abre o sucede en ella
Aquí encontramos la recepción o escucha activa, la resonancia y las respuestas; La Transferencia y la Contra-transferencia. ¿Qué podemos hacer cuando el cliente llora o siente otras emociones? ¿Cómo acompañarle en los asuntos familiares? ¿Cómo hacerlo en los conflictos con otras personas? ¿Cómo alcanzar un objetivo?...Se trata de un amplio aspecto que comentaré solo a pinceladas.
Una buena escucha terapéutica es una escucha ausente de juicio, soluciones o interrupciones, acompañada corporalmente por posiciones de apertura, y donde las preguntas no comiencen en ¿Por qué. ? ya que alejan al cliente de la experiencia que se está dando y lo llevan a la paja mental. También se trata de una escucha donde el terapeuta se sostiene en las emociones que transita el cliente, lo contiene, y no corre a sacarlo del llanto o del miedo. No pasa nada por sentir dolor, pasa por anestesiarse.
También hay una parte de la escucha que tiene que ver con lo que me pasa a mí como terapeuta con lo que el cliente hace o dice, material útil para hacerle resonancias o devoluciones. Por ejemplo: "con lo que me cuentas yo también siento tristeza". Es increíble cómo opera esto en el vínculo.
Otras devoluciones útiles son el uso de preguntas clarificadoras, asentimientos, silencios, proponerles alguna dinámica vivencial, hacerles rapport o recapitular. Respuestas que iremos interiorizando y manejando con la práctica.
Una emoción es un fenómeno biológico natural y, como tal, fluye. Y así ha de ser para que llegue después otra cosa, otro estado. La emoción es un mensaje que nos viene desde el interior, sobre algo que está pasando fuera o que estamos pensando, y no son ni buenas ni malas, simplemente son.
La mayoría de los clientes interfieren de diversas maneras el fluir de las emociones, las inhiben o bloquean, o bien las expresan verbalmente sin tener ningún contacto emocional con ellas. Confunden el control de las emociones con la gestión de las mismas. Y este desorden les impide avanzar en la vida, a pesar de que pasen los días.
Esta resistencia a "vivir o sentir" las emociones suele provenir de alguna creencia consciente o inconsciente que está detrás: "Llorar es de débiles", "La rabia es algo malo", "Si ven que tengo miedo me rechazarán", "Como me deje caer en la tristeza me hundiré para siempre"...
La terapia floral "saca capas" haciéndonos más humanos, con todo lo que conlleva. Las esencias y el terapeuta permiten la vivencia emocional para que ésta nos de el mensaje que guarda y sigamos creciendo hacia la salud y el encuentro con nuestro yo superior.
Respecto al tratamiento de los asuntos familiares es muy delicado y conviene no abordarlo prematuramente a no ser que el cliente lo demande. Suele ser mejor esperar a establecer un poco el vínculo aunque sí es muy útil tener un mínimo de información de la familia prácticamente desde el principio.
Si el cliente está enfadado con uno de sus progenitores debemos respetar su profundo sentimiento: lo que el cliente siente no es discutible, es su sentir. Pero nosotros no nos enfadaremos con ese progenitor, ni con el marido o con la mujer, ni haremos de justicieros ni de salvadores. En la mayoría de ocasiones, además de ese enfado hay amor y, si nosotros "tomamos partido", el cliente puede sentir que sus padres no son dignos o que lo tratamos como a un niño pequeño quitándole toda la responsabilidad de lo que está viviendo en su relación de pareja. Simplemente, además del remedio floral, debemos escuchar, acompañar y permitirle el tránsito emocional. Más adelante podemos utilizar algunas dinámicas para la comprensión o resolución de un conflicto en el caso de que sea necesario.
D) Valoración y cierre de la terapia
Ha pasado un tiempo desde la primera visita, ¿cómo se siente el cliente con el proceso de terapia floral? Parece que nada se mueve ¿serán las flores adecuadas? Ha fallecido un familiar suyo cercano, además de revisar la fórmula ¿qué le irá bien en determinados momentos?...
A lo largo del proceso terapéutico pasan muchas cosas. Se alcanzan los objetivos, cambia la relación entre cliente y terapeuta, se pasa por períodos de confusión o en los que parece que nada se mueve, o por
Ejemplo el cliente entra en contacto con algún asunto emocional del pasado que estaba abierto y del que no nos habíamos enterado. Es interesante, un tiempo después de haber empezado la terapia, hacer una sesión de valoración con nuestro cliente. En ocasiones, los terapeutas pensamos que no estamos ayudando al cliente y entramos en una espiral de hacer más y más para ser unos buenos profesionales. O pensamos que va muy bien porque lo que está haciendo el cliente nos parece importante, y luego resulta que no es para lo que ha venido. Dedicar una sesión, o la mitad de ella, a que el cliente valore el proceso terapéutico va a ser muy útil para los dos.
Respecto al cierre de la terapia, lo ideal es poder hacer con el cliente una última sesión de valoración general del proceso, aunque en ocasiones el cliente cierra de repente y sin avisar. Esto no tiene por qué ser un fracaso, lo digo porque muchos terapeutas se culpan de los clientes que nunca vuelven. Yo me he encontrado con clientes que se habían despedido "a la francesa" y después enviaban amigos suyos para hacer terapia conmigo.
En la sesión de cierre podemos preguntarle cosas como: ¿Has encontrado lo que querías?, ¿Qué te ha ido mejor?, ¿Qué te habría gustado que no ha habido durante el proceso?, ¿Cómo te has sentido en la relación conmigo?....Con lo que el cliente me responde puedo aprender muchísimo.
Por mi parte le hago al cliente una devolución y le reconozco cosas como el compromiso que he visto por su parte durante el proceso, la constancia que ha mostrado a pesar de las dificultades, la confianza que ha depositado en mí, los recursos que veo que tiene y de los que puede sacar partido, las limitaciones que debería respetar en adelante, lo que puede ayudarle o no en el futuro, lo que más me ha gustado de acompañarle...
3. Participar de espacios de supervisión y reciclaje profesional.
Acudir a un espacio de supervisión aunque no tengamos ningún caso que supervisar aporta una gran ayuda. Incluso en el caso de no haber comenzado a dar terapia es útil porque sirve para seguir "conectados" a la terapia floral. En cualquier caso beneficia nuestro crecimiento profesional y humano, y el del cliente.
Yo suelo recomendar la supervisión a mis alumnos o colegas cuando les escucho hablar con inquietud o miedo ante ciertas situaciones que viven en consulta, o cuando capto su frustración e impotencia al no saberlas gestionar. Unas veces es porque se trata de situaciones con las que nunca se han encontrado, otras porque no tienen una formación o experiencia emocional sólida para manejarse con ese asunto, y otras veces he comprobado que habían entrado en contratransferencia, sin tener ninguna conciencia, y que desde ahí habían perdido su asertividad o su punto neutro de escucha activa.
Algunos ejemplos de casos para llevar a supervisión:
El cliente desarrolla una enfermedad seria y el terapeuta no sabe cómo abordarlo ni cómo acompañarle en las emociones que van aflorando durante la entrevista.
El terapeuta no logra que el cliente respete el encuadre terapéutico (horario de visitas, pagos, anulaciones, llamadas de teléfono...) y está acumulando enfado y rabia con este cliente.
El cliente habla obsesivamente de sus ganas de morirse y el terapeuta, lleno de miedo, fantasea con que se suicide y empieza a "chicoryzar" el vínculo.
El terapeuta no se anima a dar terapia por inseguridad, o comienza pero su falta de confianza es "captada" por los posibles clientes y no le llega nadie. Necesita de un espacio que le acompañe en sus primeros pasos.
El terapeuta sufre una experiencia difícil como un divorcio o una depresión y está "contaminando" los procesos terapéuticos florales de sus clientes.
En la Terapia Floral no solo actúan las flores, también el terapeuta y "sus maneras" tienen un efecto, positivo o negativo, en el proceso y en el cliente. Cada Terapeuta Floral, como cada persona, entiende, siente y actúa desde un lugar propio y diferente al de otros. Y cada uno tiene unas habilidades y unas zonas ciegas. El objetivo de la supervisión no es adiestrar al T.F. ni controlarlo, evaluarlo o examinarlo, ni formar Terapeutas Florales en serie. Al contrario, el objetivo de una buena supervisión es ayudarlo a afinar su estilo personal, a ampliar su visión sobre un asunto concreto en el que esté atascado y dotarle de nuevas habilidades para abordarlo. A aclarar dudas con respecto a la fórmula, a tomar conciencia de sus propias limitaciones para trabajarlas y/o de sus propias potencialidades para fomentarlas. El objetivo de la supervisión es cuidar al terapeuta y al cliente.
También es importante participar de espacios de reciclaje profesional, de profundización en las esencias, de manejo de la entrevista... todo aquello que permita adquirir información y nuevas comprensiones, y salvaguardarse del estancamiento profesional.
4. Tener una profunda comprensión sobre el movimiento de la personalidad al Alma, en el que acompañan las esencias.
Ninguno o casi ninguno de nuestros clientes vendrá con la demanda "Quiero ponerme en consonancia con los dictados de mi Yo Superior y de mi Alma" sino que vendrá porque está viviendo una época de desmotivación o apatía, porque está mal en su relación de pareja o porque, por ejemplo, quiere hacer un cambio laboral y no da el paso. Nosotros le acompañaremos con nuestra escucha y con las esencias, él hará el resto. Y seguramente no le resultará fácil porque si está viviendo lo que está viviendo es porque está resistiéndose a cubrir una necesidad real que siente y haciéndole caso a alguna creencia que le impide el movimiento hacia cubrir esa necesidad y esto le hace estar en desarmonía con su Alma. O bien porque hay una situación, como la pérdida de un ser querido, que ni llora ni mira. En cualquier caso porque está excluyendo algo que siente o necesita en lo profundo, y esta exclusión genera un síntoma.
El paso de vivir influidos por los otros y atendiendo a pseudo-necesidades, a vivir siguiendo nuestra conciencia, instinto e intuición, no resulta nada fácil. Significa transitar el miedo a decirle al jefe lo que queremos, a la pareja o a nuestra madre lo que sentimos y necesitamos; al mundo lo que somos realmente y aunque es difícil, solo haciéndolo crecemos, ganamos salud en cada paso y estamos más cerca de Dios.
Es importante que, como terapeutas, no olvidemos esto. Más allá de la crema o del gotero que preparamos, está este tránsito de un lugar a otro. No acompañamos solo a ese cliente en su dolor de rodilla o en el conflicto que tiene con su hermano, le estamos acompañando a "hacerse grande", a realizarse plenamente en el sentido de mostrarse al mundo tan real como es. Esas cosas por las que acude a terapia son solo oportunidades de aprendizaje, experiencias que le trae la vida para seguir haciendo este tránsito.
Explico todo esto porque un día supervisé a una terapeuta que había cogido una clienta con la demanda "Quiero separarme pero no quiero sentir dolor"; pues no puede ser, esto es una demanda loca o no es una demanda para terapia floral, su lugar será más bien el médico de cabecera y unas pastillas.
Hacerse grande es vivir lo que nos está pasando, no es congelarse. Y vivirlo nos hace crecer interiormente, nos acerca a nuestro verdadero Ser. Abundan las personas con creencias happy flower que pretenden estar siempre bien, y que al no vivir los procesos quedan encarceladas en una prisión de sonrisa "agrimonica".
Otras veces me he encontrado con clientes que se empeñaban en seguir haciendo lo mismo que hacían pero pretendían tener resultados diferentes, también es imposible. Una clienta quería que su jefa le diera más horas de trabajo y le respetara, iba acudiendo a terapia hasta que se dio cuenta de que nunca le había dicho a su jefa lo que necesitaba y se comprometió a hablar con ella. Pasadas unas sesiones seguía quejándose de su situación laboral pero no había movido un solo dedo para hablar con su jefa. Le hice ver que nada cambiaría y le expliqué el ejemplo de mi maestro Paco Sánchez:
"Si estamos remando en un lago sólo con un remo ¿qué nos sucederá?... Que daremos vueltas todo el rato y no conseguiremos llegar a la orilla. ¿Qué podemos hacer para llegar a la orilla?... Incorporar otro remo. Si nos permitimos incorporar otro remo (cosas nuevas) es muy probable que alcancemos tierra o que, como mínimo, salgamos de ese bucle enfermizo. Incorporar otro remo tiene que ver con darnos cuenta de cómo lo estamos haciendo y qué podríamos hacer de diferente".
En el caso de esta clienta, incorporar el otro remo era hablar con su jefa. A la siguiente sesión lo había hecho.
Desde luego que no podemos sacar al cliente del lugar donde está por muy dañino que veamos que es. Y si le empujamos probablemente reforzará las resistencias. Lo que sí podemos hacer es acompañarle, desde un profundo respeto y con compasión como decía el Dr. Bach, para que amplíe su conciencia sobre el lugar en el que está y se atreva a explorar un paso más.
La salud no es solo la ausencia de enfermedad, la salud tiene que ver con crecer, con desarrollarse como persona, con permitir el movimiento y fluir de la vida. Con estar más en el SI que en el NO, con soltar en lugar de agarrar, con la apertura.
Sólo si como terapeuta yo he tomado terapia floral y he experimentado este movimiento, transitando el miedo que me provoca, podré acompañar a otros.
Muchas gracias por su atención y les deseo lo mejor en su práctica profesional.
Bibliografía
Los remedios florales, escritos y conferencias, Dr. Edward Bach. Editorial Edaf
Bach por Bach, Obras completas. Ediciones Continente
El Don de la Terapia, Irvin D.Yalom. Ediciones emecé
Un nuevo mundo, ahora,Eckhart Tolle. Ediciones DeBOLSILLO
Terapia Gestalt, una guía de trabajo. Francisco SanchezGavete. Editorial Rigden
Carácter y Neurosis, Una visión integradora. Claudio Naranjo. Ediciones La Llave